En este momento de confinamiento, en el que pareciera que el mundo deja de girar, ha cobrado relevancia la comunicación a distancia, sin presencia física, sin contacto presencial, mediando una conexión de datos, una señal de Wi-Fi, un teléfono fijo que se resiste a desaparecer, la radio, la televisión, las revistas y los diarios que nos permiten saber que, en medio de la pandemia, el mundo no se detiene.
Después de la invención de la imprenta, la cual revolucionó, entre otros, la manera en que nos comunicamos, sobrevino una serie de creaciones. Al respecto, vale la pena traer a colación a la radio, de vital importancia durante la I Guerra Mundial (Fig.1), cuya expansión en las décadas siguientes conllevó a un continuo mejoramiento en la función de comunicación (Fig. 2) y transmisión de información (Fig. 3) de los sucesos acaecidos durante la II Guerra Mundial. Asimismo, años después, dentro de otro contexto bélico, esta vez La Guerra Fría, nació la internet.
A toda invención le sigue la nueva creación, es decir, el surgimiento de productos de diseño que no existían y cuyo objetivo es solucionar un problema, satisfacer una necesidad, comunicarse e interactuar con el usuario.
En efecto, todo producto de diseño industrial cumple funciones para satisfacer a un usuario cada vez más exigente. Es así como el diseño industrial se dota de características que tan solo son valoradas por dicho usuario en su papel como consumidor:
Y el valor final que adquiere, por todo lo anterior, es el comercial.
Un ejemplo de ello es la firma Motorola, pionera de la comunicación celular, la cual vendió más de 300.000 unidades de teléfonos celulares (“ladrillos”) (Fig. 4), tan solo en el primer año.
Por otra parte, Apple rompió con el “diseño” cúbico de las computadoras de la época (fig. 5), que tan solo pensaban en lo funcional, con muy poca o nada de creatividad en su estética (gris o beige) y le otorgó personalidad a su creación, ya que, el iMac, con la inclusión de la “i”, hizo referencia a la naciente era de la Internet. Este icónico diseño de Apple representó la salvación de la empresa tras tres años sin ganancias; el iMac le generó ingresos alrededor de US$414 millones en 1998.
Por lo tanto, un producto de diseño industrial sobrepasa lo puramente estético y se convierte en un elemento con valor, capaz de ser uno de los activos más valiosos de una empresa, independientemente de la duración en el tiempo (Fig. 6), o de la simplicidad en sus líneas (Fig. 7). La creatividad, novedad y originalidad hacen de un diseño industrial una forma con valor susceptible de ser protegida.
Actualmente, mediante un trámite rápido (4 meses en promedio), que puede realizarse de forma digital en su totalidad, con varias modalidades de descuento para solicitudes nacionales, y con el único requisito de cumplir con el criterio de la novedad, el registro de diseño industrial se convierte en uno de los mecanismos de Propiedad Industrial con gran potencial económico al momento de pensar en proteger una nueva creación, obtener un derecho con el cual negociar, aumentar los activos de una empresa, valorizar los productos en el mercado, competir y enriquecer el inventario de formas para un consumidor cada vez más exigente e informado.