En toda ocasión, en cualquier estado de ánimo, acompañados o solitarios; la música hace parte de nuestro diario vivir, se ha convertido en ese aderezo que llega a darle el toque definitivo a nuestras experiencias de vida. Por ejemplo: ¿qué sería de nuestros triunfos o derrotas sin música? Las diferentes emociones que se asocian a un instrumento en específico solo son comparables con esos versos que componen nuestros artistas favoritos.
Y es que, a pesar de haber encasillado algunos instrumentos a un único género, lo maravilloso de esa compañía auditiva es que nos permite mezclar ritmos, voces y tonalidades de acuerdo con nuestros gustos. Y ni qué decir de la música colombiana, esos ritmos que nos hacen sentir la arena del Caribe o los olores frescos de los altiplanos. Haga el ejercicio desde donde esté leyendo, póngase a pensar en los artistas musicales más importantes que han enaltecido el folclor colombiano ¿en quién pensó primero? Tal vez Shakira, Carlos Vives, Totó la Momposina, el Cholo Valderrama, en fin, la lista sería larga y no alcanzaría esta edición para rendirles un homenaje.
Nos sentimos orgullosos de nuestros ritmos autóctonos, así como de los artistas que llevan la música colombiana en su sangre. Entre ellos está la cartagenera Mayte Montero, famosa por su magnífica interpretación de la gaita, instrumento de viento armado con caña, cardón, pluma de pato, cera y ceniza, que la acompaña desde sus épocas de estudiante de universidad y que la llevó a colaborar con artistas de la talla de Totó la Momposina, Joe Arroyo y a ser parte de la famosa agrupación La Provincia, de Carlos Vives, por allá en los años 90.
Pues resulta que la Reina de la Gaita, título concedido a Mayte, decidió profesionalizar un poco más ese arte de la música caribe a través de un invento que trae beneficios para la salud de los intérpretes de la gaita: se trata de una boquilla que facilita el paso del aire al cuerpo del instrumento, compuesta por dos piezas intercambiables, adaptables a la contextura de su compositor y fáciles de ajustar al instrumento a través de un sistema de rosca.
Para conmemorar el Día Internacional de la Música, que se celebra el 1 de octubre, declarado por la UNESCO en 1975 para conmemorar sus diversas manifestaciones y su trascendencia a nivel internacional, en esta edición del Boletín RUTA PI conversamos con ella sobre los detalles y proyectos a futuro que tiene en mente con su creación.
En nuestro país tenemos la fortuna de contar con todos los sonidos que trae el viento, nuestros ríos, las montañas, nuestra propia tierra como tal. Tenemos la fortuna de contar con una diversidad de ritmos que le dan una riqueza musical a nuestro país.
Definir a tres artistas solamente es difícil. Como siempre, yo no puedo dejar pasar a Totó la Momposina, a Petrona Martínez, a Los Gaiteros de San Jacinto. Por otro lado, tenemos al Joe Arroyo, Diomedes Díaz, indudablemente está también un Carlos Vives y muchos otros artistas que trabajan la música raizal y le dan una proyección impresionante, en donde queda impregnado el ser colombiano.
Yo creo que gracias a los festivales que se realizan en los municipios y ciudades de nuestro país, la música autóctona está vigente. Gracias a Dios, hoy día se trabajan muchos semilleros, pero, por alguna razón, en la medida en que los integrantes de estos semilleros van creciendo, van perdiendo ese amor o arraigo a tener presente que la música tradicional también sirve para divertirse. Por ejemplo, en medios de comunicación, en emisoras comerciales, la música tradicional es la primera a la que relegan. Sería importantísimo que se exigiera una franja para fortalecer nuestro sector patrimonial, pero de manera divertida, agradable, como que sientan que esa música también hace parte de nuestros gustos musicales y que son dignos de ser emitidos en la programación musical.
A mí me gusta mucho la música del Caribe, en general. Por supuesto la música cubana me encanta, parte de la música brasilera también me gusta. Me gustan los boleros, obviamente la cumbia, la música de gaita. Como buena costeña, me gusta todo lo latino, en general, la música donde puedas fusionar ritmos. Me gusta la música que yo pueda tocar y que sea música sin grilletes, o sea, que todas las ideas sean válidas y uno las pueda proyectar con libertad.
Decidí tener la gaita como mi instrumento primario porque, en principio, en la universidad donde empecé a recibir las clases de gaita, tenían la necesidad de tener en la lista a los gaiteros. Yo realmente había empezado con las percusiones, pero se me dio bien el tema de las gaitas por esa necesidad de la universidad y la experiencia me pareció hermosa. No había disfrutado de la belleza del sonido del instrumento y de la experiencia de tocarlo, de conocerlo, de explorar sus sonidos, por estar tan pendiente de las percusiones, pero después el amor fue eterno.
Yo decidí trabajar en un sistema de boquillas que me permitiera tener la facilidad que tienen los otros músicos de instrumentos de viento que pueden usar repuestos fáciles de quitar y poner, pero como nuestras gaitas llevan poco tiempo de exploración sobre sus componentes de fabricación todavía no se habían estandarizado sus medidas. La mayoría de fabricantes o artesanos trabajan mucho el cuerpo, la madera de las gaitas, pero en el tema de la boquilla, que originalmente es una pluma de pato muy frágil, y a mí me causaba problemas durante las giras porque andaba muy angustiada que no se fuera a golpear y quebrarse fácilmente.
Algunos gaiteros empezaron a utilizar los protectores de agujas de jeringas, les quitaban las tapas a las jeringas, las cortaban y los convertían en boquilla, pero obviamente los bordes que resultaban de eso me incomodaban, a mí no me funcionó ese sistema porque me quedaba demasiado ancha. Yo necesitaba una boquilla que se ajustara a la medida de cada gaitero. Entonces decidí trabajar estas boquillas más o menos durante seis meses, buscando materiales y la posibilidad de quitar y poner los repuestos como los demás músicos. Primero insistí en trabajarlo como un sistema a presión, pero me pareció más adecuado el sistema de rosca.
Antes, algunos gaiteros, aunque todavía también, usaban la pluma de pato para construir las boquillas de las gaitas, pero a partir del uso de esta creación ya no tenemos que esperar a que alguien ordene pato en el menú o corretear a los patos para arrancarle las plumas. Cuando se les arrancan las plumitas a los patos les da fiebre. Entonces, ya teniendo las herramientas propias creadas para el instrumento, dejamos a las aves tranquilas, no las vamos a acosar más con esto.
Yo estuve a punto de usar una tapa de jeringa usada, no había dimensionado el peligro de llegar a infectarme con algo. Así como yo casi incurro en ese error, no sabemos si algún fabricante o gaitero vaya a hacer lo mismo de usar una tapa de jeringa usada y contraer alguna enfermedad.
Con este tema de la pandemia, está creciendo el temor en la compra de las gaitas por el contagio, porque el sistema tradicional de boquillas fabricadas con plumas de pato o con tapas de jeringa, son sistemas de boquillas fijas, o sea, una vez instaladas, no la puedes remover si no hasta que se partan o se dañen. Cuando el fabricante está ensamblando la gaita y debe poner la boquilla, pues no hay otra forma de calibrarla que poniendo la boca ahí. Entonces los compradores temen al contagio y por eso piden la boquilla de dos piezas que fabricamos para sentirse más seguros.
Antes de hablarme con la firma de abogados, estuve investigando en la página web de la Superintendencia y ahí explicaban cómo es el proceso de solicitud de la patente, qué proyectos pueden ser patentados, realmente hay mucha información en la página. Me empapé un poco de todo el proceso y luego solicité la cita ante la SIC a través de la firma de abogados que fueron los que me llevaron todo el proceso.
El siguiente paso es hacer el registro de la marca ante la SIC. Yo ya había registrado en años anteriores una marca, cuyo proceso me pareció mucho más sencillo que el proceso de solicitud de una patente y encontré todos los requisitos fácilmente en la página web de la SIC.
Es una marca de fácil recordación y eso es bien bonito. De momento, estamos trabajando en las redes sociales para dar a conocer las bondades de las boquillas. También he querido tocar las puertas de Icultur, allá en Bolívar, pero ha sido un proceso difícil pues la atención prestada no ha sido buena. Toca seguir tocando otras puertas, tal vez el Ministerio de Cultura.
Mis respetos y admiración a todos esos artistas colombianos que con su talento honran y enaltecen la cultura de nuestro país.